Interiores de hogares demolidos y albergues para los damnificados fueron foco de las fotografías que tomó José Antonio Olivares Valdivia, para lograr respaldo a la reconstrucción de Copiapó después del terremoto de 1918.
Las vistas estaban destinadas a sensibilizar al espectador a través de la tragedia humana. El mismo objetivo cumplían las tomas de reos que demolían casas y de los carabineros que los vigilaban, las mujeres tapadas que rezaban y los muertos que esperaban ser enterrados (Martínez/Salgado, 2006: 36).
La revista Sucesos en el número del 19 de diciembre de 1918 publicó un reportaje con 45 tomas realizadas por el fotógrafo. Las imágenes seleccionadas mostraron el desastre junto a la tragedia humana, la caída de casas y la habilitación de refugios para quienes perdieron su hogar, enfermos y desamparados.
La revista Zig Zag también destacó la pérdida material de los habitantes de Copiapó: "Este desastre de la simpática e histórica capital de Atacama, ha dejado a centenares de familias en la miseria, ha segado en mucha parte la fuente de los recursos locales y de su vida económica, porque más de la mitad de la población se ha destruido y la otra parte esta Inhabitable" (Revista Zig-Zag, 21 de diciembre de 1918).
Para precisar los efectos, el ingeniero alemán Clemens Linneman comentó que "los techos sufrieron más daños que las murallas que los sostenían. Desde el techo al suelo de las murallas divisorias de las casas se produjeron grietas de regular tamaño. Hubo numerosas fracturas extendidas desde las esquinas de las puertas y ventanas hacia el techo y otras hacia el suelo".